Hasta en las situaciones más chungas hay lugar para la ‘coña’
Hacer comedia siempre es posible, incluso cuando estás enfermo, tienes hambre o vives en un piso tutelado
Hace poco hizo público su problema con la bebida, desde entonces, Pere Aznar defiende el humor como herramienta terapéutica para cualquier situación trágica. Acaba de estrenar un programa en À Punt demostrándolo. Lleva por nombre «400», el número de músculos que se ejercitan con la risa.
Hacer comedia siempre es posible, incluso cuando estás enfermo, tienes hambre o vives en un piso tutelado. Lo dice Pere Aznar en «400» el programa que acaba de estrenar en À Punt, un ejercicio de humor donde el propio humorista se ha puesto a prueba, pues hace un año hizo público su problema con la bebida.
Ha convivido con una asociación a la semana. ¿Cómo ha salido el invento?
Ha salido brutal. Aunque no todo han sido asociaciones, algunos han sido centros que viven situaciones muy complicadas. Por ejemplo, el primer programa se ha centrado en los menores tutelados. Hemos estado en Casa Don Bosco en Burriana, donde viven 15 niños. También hemos participado en programas de prevención de familias con riesgo de exclusión social. En cada espacio he hablado con usuarios, pacientes, trabajadores, voluntarios, familiares… Intento hacer una foto general de la situación que viven con mucha empatía. Al final del programa propongo tres personas para que hagan un monólogo de comedia sobre un escenario, delante de la gente de su entorno. En un episodio, una niña que ha pasado su vida en una vivienda tutelada acaba con un monólogo haciendo chistes sobre cómo ella y su padre no tuvieron una infancia normal.
¿Es un programa humorístico?
En realidad, el programa es una demostración del poder de la comedia. Cuando hablo con ellos, yo no estoy de broma y ellos tampoco. Pero a medida que el programa avanza te das cuenta de que todas las personas del mundo, independientemente de lo que les pasa, acaba riéndose en medio de su propio drama. Es decir, la tragedia siempre acaba estallando en una carcajada. Por ejemplo, una niña que estaba acabando la quimio le empezó a salir pelo durante el programa, y en su casa le pusieron un mote. En «400» aprovechamos esas pequeñas luces de humor para juntarlas todas al final de cada programa , en un monólogo. La risa es fundamental para sobrevivir a cualquier cosa por muy chunga que sea.
¿Es posible hacer comedia en cualquier situación? ¿Le ha resultado difícil en algún centro?
El cáncer infantil es lo más jodido que puedes vivir en la vida pero en el programa compruebas que pese a todo hay momentos para hacer bromas. Hasta en las situaciones más chungas hay lugar para la coña ¿sabes? Para mí ha sido un programa muy importante. Me ha caído del cielo porque yo hice un viaje muy similar. Tuve un problema de alcoholismo y decidí hacer un monólogo explicándolo. Este programa quiere hacer lo mismo, conocer realidades dramáticas para convertirlas en comedia. Yo no sé vivir de otra manera que no sea desde el sentido del humor. Hacer el programa ha sido durísimo porque es imposible no llevarte las historias de los protagonistas a casa. El día que hice adicciones fue muy duro para mí, pero el día que traté la esquizofrenia me marcó. Hace cuatro meses que grabamos y sigo dándole vueltas.
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